O-tero
El secreto nunca desvelado por Victorio Macho: O-tero, un autómata humanoide, creado para ayudarle en la titánica tarea de construir su mayor obra. Fue el encargado de trasladar las pesadas piezas que forman las 392 toneladas del monumento. Ahora es el momento de reconocer su valía y soñar que sigue caminando por Palencia.
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La increíble leyenda de O-tero
Cuenta la leyenda que, en la década de 1920, en la ciudad de Palencia, vivía un famoso escultor llamado Victorio Macho. Macho era conocido por sus impresionantes creaciones y por sus innovadoras técnicas de construcción. Sin embargo, su mayor obra todavía estaba por llegar.
Victorio Macho decidió construir un monumento gigantesco que sería el orgullo de la ciudad. Sin embargo, se dio cuenta de que no podría completar la tarea él solo. Es entonces cuando decidió crear a
O-tero, un autómata humanoide que le ayudaría en la titánica tarea de construir el monumento.
O-tero fue el encargado de trasladar las pesadas piezas que formaban las 392 toneladas del monumento, lo que permitió a Macho completar su obra en un tiempo récord.
Un secreto por fín desvelado…
A pesar de su valiosa ayuda, O-tero fue considerado un secreto durante muchos años y nunca fue reconocido por su contribución. Sin embargo, ahora que su existencia ha sido desvelada, es el momento de reconocer su valiosa labor y soñar con la posibilidad de que siga caminando por Palencia, la ciudad donde se construyó el monumento.
Después de la construcción del monumento, O-tero se convirtió en una figura conocida en la ciudad. Muchas personas se sorprendían al ver a un autómata humanoide caminando por las calles de Palencia. Sin embargo, a pesar de su fama, O-tero seguía siendo un secreto para la mayoría de la gente.
Que nos hizo descubrir
Un día, un grupo de niños descubrió a O-tero caminando por el parque. Quedaron fascinados por su aspecto y decidieron seguirle. O-tero no pareció importunado por su presencia y siguió su camino. Los niños se emocionaron al ver que O-tero se dirigía hacia el monumento que había ayudado a construir.
Cuando llegó al monumento, O-tero se detuvo y observó la impresionante obra con orgullo. Los niños se acercaron a él y le preguntaron sobre su trabajo. O-tero les contó su historia con detalle y los niños quedaron impresionados.
Desde ese momento, O-tero se convirtió en una figura querida en la ciudad y la gente empezó a reconocer su valiosa contribución en la construcción del monumento.